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Donald Trump se levantó ayer temprano y de mal humor. Las encuestas con las que pensaba coronarse, con su habitual triunfalismo, como el mejor presidente ... de la historia, le otorgan los números más bajos que hayan tenido nunca sus predecesores al cumplir los primeros cien días de mandato, una cifra a la que llega este martes. La publicación de Truth Social a las 5:36 de la mañana no se hizo esperar, ni fue breve: «Fake news», «fake polls» y demandas reales, con las que amenaza con golpear incluso a Fox News.
«El gran encuestador John McLaughlin, uno de los más respetados de la industria, acaba de declarar que la encuesta del fracasado New York Times y la de ABC/Washington Post sobre una persona llamada DONALD J. TRUMP, YO, son ENCUESTAS FALSAS DE ORGANIZACIONES DE NOTICIAS FALSAS», acusó el presidente con sobredosis de letras mayúsculas para subrayar su enfado.
55%
de los ciudadanos estadounidenses desaprueban la gestión de Donald Trump. En ninguna encuesta aprueba.
En solo cien días Trump ha dinamitado el capital político con el que en noviembre ganó las elecciones. Partía de números bajos, porque el 47% de aprobación con que fue investido era el menor desde 1953, cuando Eisenhower llegó a la Casa Blanca tras la Guerra de Corea. En comparación, Barack Obama arrancó con un 68%, Bill Clinton con un 58% y George W. Bush con un 57%.
Pero si en enero la población estadounidense estaba salomónicamente dividida, hoy el 44% que le atribuye Gallup y el 42% de Reuters reflejan el rechazo mayoritario de la población estadounidense, ya que un 53% en ambas encuestas desaprueba la gestión del presidente. Incluso en las más favorables, Trump nunca alcanza la satisfacción de la mitad de los estadounidenses. Salvo en el caso de Andrew Napolitano, el jurista expulsado de Fox News por acoso sexual, cuyo show de YouTube 'Juzgando la Libertad' tiene medio millón de suscriptores, el único en el que el presidente vence a los escépticos por un punto (49% - 48%).
62%
considera que los precios suben y un 72% considera que hay riesgo de que se produzca una recesión.
Esto es, según Trump, quien sacó a colación las encuestas fallidas de las elecciones, porque buscaban «un resultado negativo», aseguró. «¡A esta gente deberían investigarla por FRAUDE ELECTORAL y, de paso, añadir al encuestador de Fox News!», bramó. Hablaba de Daron Show, aunque no está claro que conozca su nombre. La cadena de Rupert Murdoch, entusiasta de todo lo que hace el presidente, no pudo negar que Trump pincha incluso en los temas clave de su campaña, como inmigración e inflación. Eso sí, relegó ese análisis a la última mitad del artículo, lo que no fue suficiente para aplacar la furia del mandatario.
Ya no es el precio de los huevos. El 58% de los estadounidenses cree que la guerra de los aranceles empeorará la inflación y, como resultado, casi el 60% los desaprueba. La mitad de los encuestados para el New York Times cree que Trump ha empeorado la economía. Es más, según la encuesta de CNBC, el 57% de los estadounidenses cree que el país se dirige ahora hacia una recesión.
21%
cree que la economía mejorará con Trump, frente al 53% que la ve peor y el 25% que no cree que cambie.
La guerra arancelaria le ha costado editoriales críticos en otro periódico afín, The Wall Street Journal, «un vendido a China», le acusa, por lo que ha recomendado a Murdoch, su propietario, que «empiece a hacer cambios» en el periódico.
Paradójicamente, quien salva a Trump de esta debacle es el analista del New York Times Nate Cohn, jefe político del rotativo que Trump considera su peor enemigo. El mérito redentor de Trump es que todavía divide a la población en méritos estrictamente ideológicos, con los desencantados entre las bases demócratas y algunos independientes. Trump mantiene un fuerte apoyo entre los votantes republicanos, con un 90% de aprobación, aunque solo cuente con un 4% de los demócratas y un 37% de los independientes.
Según Cohn, «la mentalidad estadounidense no ha cambiado fundamentalmente». El electorado que le votó quería una política migratoria más estricta, una frontera más segura, mayor seguridad pública, reducir los costos … «Y en la medida en que creen que Trump está actuando dentro de ese mandato, se lo consienten». El problema es que ha ido mucho más lejos de lo que algunos estaban dispuestos a aceptar, particularmente en su desafío a la justicia y a la Constitución, encarnado por la deportación de inmigrantes legales o protegidos por la justicia, como el salvadoreño Kilmar Abrego García, o ciudadanos estadounidenses, como las tres niñas de 2, 4 y 7 años nacidas en EE UU que fueron deportadas la semana pasada a Honduras junto a sus madres, en algunos casos sin el consentimiento del padre.
El gobierno de Trump sabe que solo dispone de este año para llevar a cabo sus medidas más radicales, porque al siguiente tendrá que mostrar resultados para ganar las elecciones legislativas de noviembre. No es que necesite al Congreso para gobernar por decreto, aunque sí para aprobar presupuestos. Una debacle de popularidad podría alejar de su órbita a los legisladores de los distritos más disputados, dar fuerza a la resistencia y debilitar la figura de Trump que, a día de hoy, todavía disfruta del consenso del partido.
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